Un Camino de Conversión: Reflexiones para el Tercer Domingo de Cuaresma Ciclo B
El desierto se extiende ante nosotros, un mar de arena y silencio. Un lugar de prueba, de reflexión, de encuentro con nosotros mismos y con Dios. Así como el pueblo de Israel vagó por el desierto durante cuarenta años, nosotros también nos encontramos en un viaje cuaresmal, un camino de cuarenta días hacia la Pascua. Este tercer domingo de Cuaresma ciclo B, la liturgia nos invita a detenernos, a contemplar la sed que nos habita y a descubrir la fuente de agua viva que puede saciar nuestra sed más profunda.
Las lecturas de este domingo nos confrontan con la realidad del pecado y sus consecuencias. El profeta Isaías nos recuerda las palabras de Dios: "Estos, desde lejos vendrán y estos del norte y del poniente, y aquellos de la tierra de Sinim" (Is 49,12). Dios no se olvida de su pueblo, por más lejos que se encuentre, siempre está dispuesto a acogerlo de nuevo. El salmo responsorial 102 nos invita a clamar a Dios en nuestra angustia: "Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti".
En la segunda lectura, San Pablo nos exhorta a no endurecer nuestro corazón: "Si hoy escuchan su voz, no endurezcan su corazón" (Hb 3,7-14). La Cuaresma es un tiempo propicio para ablandar nuestro corazón, para dejar que la Palabra de Dios penetre en lo más profundo de nuestro ser y nos transforme.
El Evangelio de este domingo (Jn 4, 5-42) nos presenta el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo de Jacob. Una mujer sedienta, no solo de agua física, sino también de amor, de perdón, de sentido para su vida. Jesús se le acerca y le ofrece el agua viva que quita la sed para siempre: "El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás" (Jn 4, 14).
El tercer domingo de Cuaresma ciclo B nos invita a reflexionar sobre nuestra propia sed. ¿Qué es lo que realmente buscamos en la vida? ¿Cuáles son las fuentes a las que acudimos para saciar nuestra sed? Muchas veces, como la samaritana, buscamos saciar nuestra sed en pozos equivocados, en realidades pasajeras que no pueden llenarnos plenamente. Solo en Jesús, en su amor infinito y misericordioso, podemos encontrar la fuente de agua viva que sacia nuestra sed más profunda.
La Cuaresma es un tiempo de gracia, un tiempo para volver nuestra mirada hacia Dios, para reconocer nuestra necesidad de Él y para permitir que su amor nos transforme. Es un tiempo para acercarnos al sacramento de la reconciliación, para pedir perdón por nuestros pecados y experimentar la alegría del perdón de Dios.
En este tercer domingo de Cuaresma ciclo B, dejémonos interpelar por la Palabra de Dios y por el testimonio de la samaritana. Acerquémonos a Jesús con un corazón abierto y humilde, y dejemos que su amor misericordioso nos transforme y nos lleve a la fuente de agua viva que quita la sed para siempre.
Para profundizar en las lecturas de este domingo, te recomendamos consultar los siguientes recursos:
- El Evangelio del día: Puedes encontrar la lectura del Evangelio de San Juan 4, 5-42 en la Biblia o en aplicaciones como YouVersion o la Biblia App.
- Comentarios bíblicos: Diversas editoriales como Verbo Divino o San Pablo ofrecen comentarios a las lecturas dominicales que pueden ayudarte a profundizar en el mensaje de la Palabra de Dios.
Que este tercer domingo de Cuaresma sea para todos nosotros un tiempo de gracia y de renovación interior. Que, a ejemplo de la samaritana, sepamos reconocer nuestra sed y acudir a Jesús, fuente de agua viva, para saciarla plenamente.
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